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ella.

Sí, otra vez, pero a diferencia de la primera y de aquella, esta no tiene nada en común en la sangre conmigo, el ADN de esta es totalmente diferente.

La del cuento de hoy trabaja y tiene más de 3 hijos, bueno no es un cuento lo que les voy a contar, sino una pequeña biografía de quien hoy sólo usa su tiempo para una cosa: quejarse. Sus 3 hijos son, además de su gran alegría y orgullos, su gran pasatiempo y los creadores de su mal humor y de problemas, estos niños, cuyos nacimientos fueron casi todos en décadas diferentes, al parecer y sin ganas de juzgarla, ella empezó muy temprano a probar las delicias por el sexo opuesto y parece que todavía le falta por comprobar.

Ella se queja de todo, del coche, del día, de los papeles, de sus cabellos, de la falta de apoyo de sus compañeros de trabajo, de los clientes, de todo y de todos... menos de su jefe y su marido.

Se queja de todo el trabajo que le ponen, que todo lo tiene que hacer ella, que todo lo tiene que tener pendiente, que todos la llaman a ella. Y por esto parece que ya su lado pro-activo ha muerto. El escritorio de ella yace como si fuese una tumba y en vez de tierra, lo que lo cubre son papeles, desorden. En vez de los lloros, se le oye quejarse y hablar con todos sus familiares, políticos, sanguíneos, emparentados y vecinos incluso.

Habla y habla y habla y habla de todo lo que trabaja, o se supone que trabaja, mientras le pasa el trabajo al otro, que quizás por aburrimiento, y porque el negocio le interesa más que ella, lo hace sin rechistar, pero no siempre de buen agrado.

Ella es buena, pero no progresará, digo yo, se limita a lo que hay que hacer, y no siempre hace lo que le corresponde. Ella parece feliz, ojalá que así sea, con quejas e hijos con tanto trabajo y más desorden... no le queda de otra.

“ella.”

  1. Blogger Ysbrand Says:

    Y no te cansas de aguantarla?